Los cuadros depresivos se han convertido en problema de salud muy importante en nuestros días. La Organización Mundial de la Salud OMS) estima que es la principal causa de discapacidad en el mundo a fecha de hoy y afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. En España pensamos que afecta a más de 2 millones de personas.
En los adultos afecta más a mujeres y se caracteriza por un cuadro de bajo estado de ánimo, falta de energía, pérdida de interés por las cosas que habitualmente nos gustan, dificultad a la hora de dormir, disminución del apetito, presencia de pensamientos negativos o dificultad para concentrarnos. En los niños y en las niñas sigue un patrón diferente pero muy tenido en cuenta por los psiquiatras infantiles. Si sumamos a los datos anteriores al evidente envejecimiento de la población, nos tendríamos que hacer la siguiente reflexión:
¿Qué ocurre con la depresión en las personas mayores? ¿Qué características tiene?
¿La depresión en ancianos se trata igual que en los adultos?
La depresión en el anciano se caracteriza por ser más frecuente de lo que pensamos, por estar infra diagnosticada y porque el paciente puede beneficiase de una notable mejoría con el tratamiento adecuado. En nuestra sociedad asumimos que ser mayor y estar algo triste o tener menos actividad es lo normal y no tiene porqué ser así. Puede llegar a afectar hasta al 10 % de la población general y llegar al 25 % de las personas mayores que viven el Residencias. Suele aparecer en semanas y es muy frecuente que el paciente tenga quejas sobre su situación vital, quejas orgánicas inespecíficas (molestias, dolores, …) o cuadros de disminución del sueño con despertares tempranos.
Otra de sus características es la presencia de olvidos o disminución de la atención que nos puede confundir con la presencia de una demencia. Es un cuadro que también está muy condicionado por la presencia de enfermedades orgánicas crónicas en el paciente, en ocasiones asociadas a dolores o pérdida de autonomía (artrosis, trastornos respiratorios, cardiacos,) que favorecen la aparición de cuadros de bajo estado de ánimo acordes con estas situaciones.
Diagnóstico
El diagnóstico en las personas mayores es más complejo. Es necesario identificar el cuadro sin que nos confunda la presencia de una demencia o que pensemos que lo que pasa es normal bien en el contexto del padecimiento de determinadas enfermedades o bien como consecuencia de la propia vejez. Cuando pongamos tratamiento es muy importante conocer cuál es la situación del paciente, al menos a nivel hepático y renal, para calcular la dosis adecuada (lo más prudente es empezar por dosis inferiores a las normales). También hay que estar muy atentos y conocer bien todas las medicaciones que tome para evitar interacciones entre ellas. Lo normal es que respondan peor al tratamiento con antidepresivos y que nos tengamos que plantear ajustar la dosis o cambiar de fármaco al ver que la respuesta no es la esperada.
En resumen, la depresión no es una consecuencia lógica de la vejez. En las personas mayores la depresión se presenta de una forma diferente y es más complicado tanto su diagnóstico como su tratamiento, pero merece la pena el esfuerzo porque la mejora que podemos conseguir en la calidad de vida del paciente es considerable.