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La enfermedad mental, incluso en los casos más leves, de ansiedad o bajo estado de ánimo pueden tener una enorme repercusión en todo el entorno del paciente, sobre todo en el ámbito familiar.

Si nos planteamos los trastornos más graves como como el trastorno bipolar o la esquizofrenia las consecuencias de todo el proceso pueden llegar a ser devastadoras para los familiares. Como veis hablo de un proceso, de un proceso crónico, en el que se van sucediendo diferentes etapas.

El debut de la enfermedad mental

El comienzo de las enfermedades que se encuadran dentro del trastorno mental grave se suelen dar la juventud, se asocian a trastornos de la conducta y, frecuentemente, al consumo de tóxicos. Esta situación genera en la familia y el entorno más cercano una situación de confusión y miedo.

Confusión porque no saben lo que está pasando, no saben como actuar o dónde acudir. En la mayoría de los casos todavía no hay un diagnóstico claro y, si lo hay, no llegan comprender la verdadera dimensión del mismo.

Miedo porque las conductas del enfermo les desbordan. Estas conductas en ocasiones se acompañan de cierto grado de agresividad, aislamiento, amenazas o gestos suicidas, fugas o consumo de tóxicos que agravan la situación.

 

Puede llegar a ser una etapa desoladora en la que se suceden las situaciones de tensión en el ámbito familiar. La sensación de falta de control, de no saber exactamente que está pasando o de consumir todos los recursos de acercamiento y apoyo al paciente sin éxito se traducen en frustración y en un enorme desgaste para toda a su familia y su entorno.

La evolución de la enfermedad

Con el tiempo se suele establecer un diagnostico y un tratamiento que es posible que vaya más allá de lo farmacológico. Los fármacos irán acompañados de un soporte el área médica (psiquiatra y enfermería), psicológico, social y ocupacional. En la mayoría de los casos las cosas se irán reconduciendo y el paciente se irá normalizando en todas las dimensiones, pero la labor de acompañamiento familiar al paciente se mantiene.

La evolución no suele ser lineal y el pronóstico va a ser muy variable en cada caso. Es posible que tenga altibajos con etapas buenas y con etapas peores en las que el paciente se descompense y, de nuevo, aparezcan la confusión y el miedo que estuvieron presentes en la primera etapa.

 

El objetivo es el de normalizar al paciente y evitar o minimizar las recaídas. Los familiares y su entorno ya conocen la dimensión de la enfermedad, pero temen las recaídas frecuentes y la mala evolución del cuadro. Cada recaída suele suponer una crisis para la familia y puede vivir toda la evolución como fracaso. En estos casos conviene recogerles y ofrecerles una visión de la situación con perspectiva que les proporcione un horizonte de esperanza.

La estabilización de la enfermedad

A medida que avanza el tiempo el cuadro tiende a estabilizarse. El diagnóstico se ha establecido. El tratamiento también se ha ido ajustando e individualizando en todas las facetas. En general el paciente toma unos fármacos que son efectivos y en la dosis adecuada.

 

Se ha establecido un vínculo con los profesionales que facilita el seguimiento e intervención. El paciente se suele vincular a algún dispositivo de Salud Mental adecuado a sus necesidades: Centro de Salud Mental (CSM), Hospital de Día, equipo de Terapia Asertiva Comunitaria (eTAC) u otros.

A nivel social también lo más probable es que se haya valorado su situación a nivel económico y laboral. La familia ya conoce, no el diagnóstico en general, sino las características particulares de la enfermedad en su familiar.

Atención y apoyo a los familiares y entorno del paciente con enfermedad mental

Considero que el atención a los familiares en todo el proceso es fundamental.

Explicarles qué le está sucediendo al paciente; aclararles en que consiste la enfermedad, las dificultades diagnósticas, para qué se prescriben y qué función tienen los fármacos. Explicarles que se trata de un trastorno crónico y anticiparles la evolución del proceso. Es posible que su primera reacción sea la de rechazo y negación y habrá que dejarles su tiempo para que elaboren lo que está sucediendo. También hay que saber estar con ellos en esta situación.

mentalApoyarles y darles desahogo en los momentos más críticos en los que más desbordados y desesperanzados se puedan encontrar. Habrá que prever sentimientos de culpa, reproches entre los padres y deterioro de la convivencia. También habrá que tener en cuenta el grado de repercusión entre el resto de familiares, sobre todo en los familiares más pequeños, que pueden vivir todo el proceso con gran repercusión y preocupación según la edad.

Establecer un vínculo cercano con el entorno del paciente para afrontar lo que venga. Si con el tiempo los familiares se sienten respaldados y tenidos en cuenta, pueden ser grandes aliados de los profesionales en el proceso de normalización de paciente con enfermedad mental.

En general, la familia es la que mejor a conoce al paciente y antes ve venir cualquier problema. Su intervención puede mejorar el pronóstico de la enfermedad y, su participación proceso de rehabilitación, va a contribuir a favorecer el bienestar del paciente.

 

Los familiares pueden buscar apoyo y acompañamiento en diferentes profesionales relacionados con la salud mental (psiquiatras) o en diferentes organizaciones constituidas por otros familiares que ha pasado por las mismas experiencias como AVIFES : Asociación Vizcaína de Familiares y Personas con Enfermedad Mental u otras organizaciones similares que se hayan constituido en el entorno en el que vivas.

Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) Escritor británico

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